Se trata de un trastorno del ánimo con un alto componente hereditario, el cual se caracteriza por la presencia recurrente de episodios maníacos o hipomaníacos y episodios depresivos que se alternan con periodos de estabilidad anímica.
En el Trastorno Bipolar, generalmente, la oscilación del ánimo hacia el polo depresivo o hacia el maníaco, en diferentes momentos, es lo que motiva la denominación “bipolar”, aunque en cada paciente pueden predominar los episodios de un tipo u otro.
En tales casos, se habla entonces de predominio de polaridad depresiva o bien de predominio de polaridad maníaca.
Clasificación del Trastorno Bipolar
En relación con los tipos o clasificación del Trastorno Bipolar, en el caso de los episodios maníacos, se produce una exaltación del ánimo o estado de euforia, con una sensación de energía desbordante, reducción marcada de la necesidad de dormir, hiperactividad, aceleración del pensamiento y del habla.
En muchos casos, saltan de una idea a otra en su verborrea de palabras, exhibiendo -además- una autoconfianza excesiva, multitud de planes y proyectos exagerados; otras veces grandes gastos de dinero o envío desmedido de mensajes a través del teléfono o redes sociales, entre otros.
También son frecuentes las muestras de desinhibición, conductas de riesgo, actitudes extravagantes y la grandilocuencia. Aunque muchas veces se observa expansividad, jovialidad o una actitud excesivamente cercada, esto puede combinarse con labilidad emocional y una marcada irritabilidad.
Por otro lado, en algunos casos pueden aparecer síntomas psicóticos, típicamente ideas delirantes de grandeza. Finalmente, en el episodio maníaco del Trastorno Bipolar, el paciente suele carecer de conciencia sobre la perturbación de su estado mental.
En estos casos, a menudo llega a ser necesario el ingreso hospitalario, dadas las graves alteraciones de conducta que ponen en riesgo su salud y que pueden tener importante repercusión en su situación familiar, económica y laboral.
Por otro lado, existen los casos de episodios hipomaniacos del Trastorno Bipolar, los cuales se entienden como formas leves de los episodios maniacos; por tanto, existen también una elevación del ánimo, hiperactividad y aceleración del pensamiento.
Sin embargo, los síntomas son menos marcados, con un comportamiento social más funcional y sin alteraciones de conducta tan graves, ni síntomas psicóticos. Tales casos, por ende, no suelen requerir el ingreso.
En la tipología del Trastorno Bipolar, también existen los episodios depresivos. En estos, por el contrario, encontramos un estado de abatimiento, tristeza, cansancio, pérdida del interés en las cosas y de la capacidad para disfrutar, así como dificultad para llevar a cabo las actividades habituales.
Los pacientes de este tipo, muestran tendencia hacia el aislamiento, pesimismo, sentimientos de incapacidad y de culpa, además de angustia e insomnio con mucha frecuencia.
Los episodios depresivos en el trastorno bipolar pueden ser especialmente graves y asociar abandono del cuidado personal, pérdida de peso, inhibición psicomotriz, síntomas psicóticos y conductas suicidas.
Por último, en los llamados episodios mixtos del trastorno bipolar, se combinan síntomas característicos de los episodios maníacos con síntomas de los episodios depresivos; predominando la irritabilidad, la inquietud psicomotriz, oscilaciones rápidas del estado de ánimo, aceleración, ansiedad e insomnio.
Características del Trastorno Bipolar
Entre las características de este trastorno mental, destacan:
- Se calcula que el trastorno bipolar afecta aproximadamente al 1-2% de la población, sin una diferencia significativa entre mujeres y hombres.
- Suele debutar antes de los 30 años, aunque también hay casos de inicio más tardío.
- Se trata de una patología que puede ser grave y que cursa de forma crónica y recurrente, causando gran discapacidad y sufrimiento, si evoluciona desfavorablemente o si no recibe un tratamiento adecuado.
- Las descompensaciones del ánimo pueden producirse de forma espontánea, aunque también pueden precipitarse por situaciones de alto estrés o estimulación ambiental.
- En algunos casos, existe cierta influencia estacional en las descompensaciones.
- El trastorno bipolar cuenta con una elevada tasa de intentos de suicidio, relacionada con las secuelas que las descompensaciones tienen en la vida de los afectados y con los episodios depresivos.
¿Cómo se diagnostica el Trastorno Bipolar?
El diagnóstico del Trastorno Bipolar en Madrid es exclusivamente clínico. Se realiza, fundamentalmente, a través de la evaluación del paciente por un especialista en Psiquiatría mediante la entrevista clínica.
Durante el diagnóstico, además, deben tenerse en cuenta los antecedentes médicos y, en ocasiones, puede ser conveniente la solicitud de algunas pruebas complementarias para descartar otros problemas.
Los casos de trastorno bipolar en estados maniacos o depresivos pueden ser diagnosticados durante los episodios activos, debido a los signos observados en la exploración, los cuales pueden resultar evidentes; más allá de la sintomatología descrita por el paciente o la información aportada por los familiares.
En muchos casos, cuando nos encontramos ante un episodio depresivo, lo fundamental es recoger la historia previa, indagando sobre los posibles episodios pasados de tipo maníaco o hipomaníaco.
Pero, además, es importante también preguntar por los antecedentes familiares; ya que en un porcentaje significativo de pacientes con trastorno bipolar, encontramos más casos de bipolaridad en la familia.
Por otro lado, a la hora de sospechar un trastorno bipolar en un paciente que presenta un episodio depresivo, se tienen también en cuenta la precocidad (menos de 20 años), la aparición de euforia tras iniciar un fármaco antidepresivo o el debut de la depresión en mujeres tras el parto.
Vale destacar que el diagnóstico es complejo; por lo que a menudo pasan años desde que se produce el debut o el paciente solicita ayuda por primera vez, hasta que se establece el diagnóstico de trastorno bipolar.
En otras ocasiones, surgen dudas con respecto al papel que los rasgos de personalidad puedan tener sobre las oscilaciones del ánimo (por ejemplo, en el Trastorno Límite de Personalidad).
Al mismo tiempo, puede resultar difícil realizar el diagnóstico diferencial con otros trastornos psiquiátricos, más aun cuando la presencia de síntomas psicóticos es prominente.
Es importante, no confundir un trastorno bipolar con los cambios bruscos de humor o de actitud relacionados con el carácter, tampoco con las oscilaciones normales del ánimo.
De hecho, según algunos autores, podemos diferenciar entre el trastorno bipolar, tipo I y el tipo II. Para diagnosticar el tipo I, ha de haberse producido algún episodio maníaco, que puede alternarse o no con episodios depresivos o hipomaníacos.
En tanto, para el diagnóstico del trastorno bipolar tipo II, tienen que haberse producido episodios depresivos y al menos, un episodio hipomaníaco (sin llegar al extremo de la manía).
Por último, se denomina ciclotimia a la alternancia de numerosas fases de hipomanía con otras depresivas de intensidad leve-moderada, con escasos periodos de estabilidad anímica.
Tratamientos del Trastorno Bipolar
Debido a su complejidad y potencial gravedad, así como por su naturaleza recurrente, el trastorno bipolar precisa un seguimiento estrecho y continuado por un Psiquiatra.
Con un tratamiento del Trastorno Bipolar adecuado, sobre todo si se inicia tempranamente, el pronóstico puede mejorar mucho y permitir una excelente calidad de vida.
Los episodios maníacos y los episodios depresivos graves pueden requerir el tratamiento en medio hospitalario, para garantizar una supervisión estrecha cuando asocian alteraciones de conducta graves o riesgo de suicidio.
Cabe destacar que el tratamiento del trastorno bipolar, es uno de los más complejos entre los trastornos psiquiátricos. Su objetivo principal es el mantenimiento prolongado de la estabilidad anímica (eutimia), ya que reducir al mínimo el número de descompensaciones se relaciona con una mejor evolución a largo plazo, un menor deterioro y un mejor funcionamiento social y laboral.
Por otro lado, en la base del tratamiento farmacológico están los estabilizadores del ánimo, cuya función es la prevención de nuevos episodios maníacos, hipomaníacos y depresivos. El litio sigue considerándose el tratamiento más eficaz, sobre todo en los pacientes que presentan episodios maniacos.
Aunque su manejo plantea una serie de dificultades y hace necesarias analíticas de control, se trata de un fármaco seguro, si se emplea con supervisión. También son muy utilizados como estabilizadores los fármacos antiepilépticos, como el ácido valproico o la lamotrigina.
En algunos casos, se utiliza más de un estabilizador si la respuesta ha sido insuficiente. Por otro lado, es frecuente el uso de fármacos antipsicóticos, bien para potenciar el efecto estabilizador o para el control del insomnio.
Para el tratamiento de los episodios maníacos e hipomaníacos se usan habitualmente fármacos antipsicóticos hasta que se logra estabilizar el ánimo.
Por su parte, el tratamiento de la depresión bipolar, resulta más complejo. Los antidepresivos no suelen ser efectivos y además pueden provocar un viraje hacia la manía; por lo que, en general, deben evitarse en personas con trastorno bipolar.
En estos casos, suele ser fundamental también realizar en consulta una intervención psicoeducativa con el paciente y su familia, de cara a la prevención de las descompensaciones, la minimización de riesgos y la detección precoz de las descompensaciones.
Además, monitorear el correcto cumplimiento del tratamiento y el establecimiento de unos hábitos básicos de salud, como el mantenimiento de un ritmo de sueño regular, la abstinencia del consumo de tóxicos o la actuación ante situaciones de estrés.
Por último, la psicoterapia es útil en las fases depresivas; pero también resulta de gran utilidad cuando existen dificultades especiales para adaptarse a la situación, o cuando hay otros problemas psicológicos añadidos. Su objetivo es favorecer la estabilidad emocional y, por tanto, ayudar en la prevención de las descompensaciones del ánimo.
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