Las relaciones personales (de pareja, amistades, laborales, etc.) son necesarias y son esenciales para nuestro bienestar. Es normal buscar apoyo emocional y ayuda en nuestros seres queridos en momentos determinados.
NO debemos confundir los sentimientos de dependencia con sentimientos de amor o atracción. Las personas con dependencia emocional suelen mostrar:
1. Dificultad para gestionar sus emociones.
2. Miedo a la separación y miedo al abandono.
3. Asimetría de roles: cuidador-cuidado.
4. Anteponen las necesidades del otro.
5. Dejan de lado otras relaciones o actividades que eran importantes para ellos.
6. Buscan la aprobación de la persona.
7. Complacientes y evitan los conflictos
8. Idealizan a la otra persona: no ven sus defectos
1. Baja autoestima.
2. Apego ansioso: un estilo relacional que se caracteriza por la preocupación de que el otro desaparezca y que se deriva de deficiencias afectivas en la infancia. Experiencias en la infancia en las que los padres estaban disponibles solo a veces y en las que no han sabido leer o priorizar las necesidades emocionales del niño. De adultos tienen mucho miedo a que la relación se acabe, necesitan mucha intimidad y conexión y se preocupan en exceso de sí su pareja los quiere.
3. Los mitos del amor romántico: «sin ti no soy nada», “la media naranja”, “El mito de la salvación y del príncipe azul”, “el amor todo lo cambia”.
4. El efecto ascensor: adicción en las relaciones.
«La oxitocina podría promover la atención y la motivación hacia la relación cuando hay una amenaza. Esto provoca que el otro nos guste más y, de este modo, hagamos un sobre esfuerzo por mantener la relación a flote”.
En un estudio realizado por investigadores de la Universidad Noruega se concluye que esta popular hormona no solo se segrega cuando nos enamoramos, cuando se va a dar a luz o hay que amamantar a los recién nacidos. También aparece cuando hay una situación de crisis en la pareja y podría influir en las continuas idas y venidas de muchas relaciones tóxicas.
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La dependencia emocional no es algo irreversible, es decir, podemos aprender nuevos patrones relacionales que nos permitan vincularnos de forma sana:
1. Reconocer y aceptar el problema.
2. Identifica las necesidades insatisfechas que buscas nutrir a través del otro.
3. Comprende de dónde proceden esas necesidades: bucea en tus heridas relacionales del pasado (necesidad de ser querido, reconocido, aceptado).
4. Busca la congruencia y baja a esa persona del pedestal: si identificas que la relación es tóxica atrévete a poner límites.
5. Priorízate a ti y a tus necesidades.
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